Derramando sangre del aliento
Suplica clemencia para su alma desterrada.
Sin ninguna intención de su error,
De rodillas, escribe su última inspiración.
Hundido en su lago de culpa
Prefiere vestir de luto su dolor.
Sin vuelta atrás
Vaciando en sus páginas vanas las lágrimas
De un recuerdo que olvida su existencia.
¿Cuál es el peor dolor de su arrinconado espíritu?
¿El temor al olvido?
¿O el recuerdo eterno?
Se arrastra por la superficie de aquel precipicio
Cortando sus dedos uno a uno con aquella aguda
Navaja.
Empañando cada rincón, con sus manos, escribiendo
Con su sangre cada petición de perdón.
No detiene aquel plectro que lo invade.
Lluvia incesante que inunda aquellas páginas
Despide la mano del poeta
No resiste ese padecimiento
Arranca con sus dientes las mentiras colgadas
De una oscura pared
Las imágenes que un día deseó
Que un día le dibujó una sonrisa perpetua
Y que hoy… se la destruyó para siempre
Disfraza sus ojos con aquella lóbrega calma
Para engañar a su mente de que no existió nunca
Esa razón para escribir
Podrá desistir de su alegría, pero nunca podrá renunciar
a sus recuerdos que escriben la profecía de su alma.