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Amélie Poulain. Comptine d'un autre été, Yann Tiersen.

agosto 27, 2007

Prisionera De La Oscuridad


Deshojado un libro en la intemperie, junto a un recinto medieval, con mensajes de súplica, desesperación, sollozo y padecimiento. ¿A quién pertenece?, transmite un ente infante, cuyos progenitores lo dejaron en un supuesto convento. Es ella.
Me expresa, no saber qué hacer, qué decir o a dónde ir, sólo describe lo que sus ojos alcanzan a mirar, detrás de una portilla plateada y ensangrentada. Una morada oscura, cruces invertidas, máculas de sangre, restos de cuerpos fragmentados cruelmente, que intentaban enmudecerlo.
¿Dónde se hayan los momentos de supuesto regocijo?, si sólo transmite pavor.
Pasillos infinitos decrépitos, que aguardaban ser invadidos por seres descritos por los padres como MONJAS, quienes deberían socorrer estos espantos invasores de un alma, ¿Dónde están?, las rebuscos entre las hojas y no emergen. ¿Sería un engaño, sería un terreno desacertado?
Encuentro lágrimas de sangre vociferando ser ocultas por temor a ser descubiertas. Camina sobre un espeso ambiente de desgracia, ausculta los gritos que sorprenden sus oídos. Busca refugio. Uno a uno desparecen sus acompañantes, desconoce el destino, pero no descansa en hallarlos. Noche amarga y estremecedora, que anuncia su final.
Estas escrituras me dicen que ella pide ayuda, pero no sabe cuando llegaría esta petición a manos de sus progenitores, quienes aguardaban felices por recibir a su adorada de vuelta del convento. Desconoce el pasar del tiempo, el destino de esa noche.
Teme por su vida, pero aligera su paso para hallar la salida.
La caída de un espectro disecado la acusa de su presencia en el recinto.

Corre con desespero, ojos empapados y con un corazón con fuertes y vertiginosos latidos. En su espalda recorre el escalofrío de un espanto que la acosa. Alguien detrás de ella la atosiga obligándola a alargar su ansiedad. Retorna a la morada oscura y logra escabullirse en el refugio para no ser hallada.

Detrás de una lápida desmejorada, asoma su mirada y atestigua lo desconocido. Ahora, ¿Habré perdido la última página? Pues lo las últimas palabras fueron:
"Padre, Lluvias de sangre chorrean en mi rostro, mis acompañantes perecen fraccionados, cruces invertidas en las paredes, ¡Sácame de aquí!...
Observo monjas con alas, que vienen hacia mí."


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