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Amélie Poulain. Comptine d'un autre été, Yann Tiersen.

mayo 23, 2008

Cuando el Silencio te deja sordo


Simulas que la verdad desafina y el tiempo se retrocede
tomando el cauce más inepto
Delirando la inteligencia que no tienes,
Implorando una pesadilla que es materializada
cuando un arrepentimiento se convierte en una respuesta
a cada incertidumbre que fluye a través de tu sangre,
creando una justicia dentro de tu llanto
Si empatas tu mentira con un deseo impuro
tendrás vanidad que destruye y aleja por completo
mi memoria de tu rostro.
Callaste un grito desangrando hasta la última gota de suspiro.
Propinaste disparos indiferentes que esquivaron mi tentación,
donde silenciabas con un beso el dolor,
sellabas una queja con las caricias gélidas.

Se distanciaban las pirámides de polvo.
Se derrumbo la presencia de una ilusión vana
la cual cauterizaba el pigmeo de la herida envejecida
Sueños paralelos forzados, tal vez uno, o tal vez miles.
Una razón sepia que nublaba la vista.
¿Hasta cuándo? ya lo decidiste, ¡hasta nunca!.

Un espectro infiel impactó tu inocencia
derramando litros de fantasías construidas

desperdiciando horas de comienzos sin finales
por un segundo de un final sin principio.
Una huella adormecida me condujo por un camino invisible,
uno inventado por mí propuesto por ti.

Encadenando a la furia perversa de un triste lamento

que convirtió esto en un amor mortal

Si beso tu frente es para dibujar rencor que se irá contigo,

Será tu sombra nocturna...

Todo se cura,
todo sanará con un simple... Adiós.

2 comentarios:

ioooo dijo...

Silencio, la soledad de las almas que rodean nuestros deseos desean ser escuchadas,sin la notoria necesidad de montar guardia ante el vacio de nuestras criptas.
Silencio, ¿ que no escuchais el clamor de los sórdidos tambores?
sólo vos habeis podido comprender lo dolorosamente bello que es el sonido de nuestras voces quebrantadas por la pasión de vuestro tacto.
Silencio, que habeis dejado palpable la necesidad de cariño en nuestras vidas...
Dr Suicide!

Anónimo dijo...

Adiós. Cuando se dice, a dios se encomienda a la persona, y también a nosotros mismos... Pero todos nos quedamos sumidos en nuestros silencios, acompañados de nuestros viejos y nuevos fantasmas.