Mi Blog





Amélie Poulain. Comptine d'un autre été, Yann Tiersen.

julio 14, 2011

Carta de una mujer infiel











Amor;



No puedo confesarte el remordimiento que tengo en las sienes, vagamente presiento la vil muerte de un conjuro que dramatizó un evento dulce y entrelazado.

Para empezar, ocultaba entre la mascada de mi cabeza, los pensamientos mas impuros de un ser insaciable, deseable y culto. Todo era mental, las acciones no ocurrían, porque tus ojos aparecían siempre en cada segundo del capítulo vital de mi existencia. Fuerte y amargo, su distancia removía la constante sutileza de su aliento, el querer palpar su piel, desmoronar su sexo incontrolable y fornido.

Mordiéndome los labios, intentando triturar mis dientes con el chasquido de mi ansiedad, torturarme con los sueños banales e indecorosos, que no pertenecían a mi moralidad. Todo era ajeno a los ojos que sostiene mi cabeza.

Me rasgaba el alma, cuando el alba de su perfume aparecía con el roce de su manga azul con mi hombro. Un prohibido cortejo sin intenciones me hacía jugarretas mentales espontáneas.

Puedo retarme, pero puedo asustarme al hundirme en los pecados “mas buscados”.

Si bien, conducía mi sed por el camino desviado, gastaba mis fuerzas en un deseo tuyo que aborrecía, que no degustaba mientras lo saboreaba en la cama, pero su recuerdo me llenaba de gozo probando el agrio gustillo de tu saliva y sudor.

He desbaratado las hojas colmadas de perdón, he roto una tras otra las notas que pude haberte entregado, confesando mi terrible tormento de amor y placer que no te pertenecen, pero mi ausencia de valor perpetuaba mi regocijo. Entre tanto nerviosismo, dudas y desazones, había una pizca de satisfacción, llenarme de lo prohibido aumentaba mi tentación, mi adrenalina…mis feromonas, aparentemente.

Mis manos ahora tiemblan, cuando por fin dibujo la verdad sobre las letras…cada una es culpable de mi confesión.

En 2 minutos de lectura sentirás como va desvaneciendo tu admiración por mí, aumentará tu desagrado por mí, pero retendrás una leve esperanza, que en mi interior, aún quede algo de dignidad, perfección, incluso amor por ti… Pronto lo descubrirás.

Tus horas de ausencia, son mis horas de libertad, son mis dulces instantes que borro tu nombre dentro de mi memoria y la lleno de tu pesadilla y de mis fantasías, aún me amas?... Si?

Entonces te ayudaré a suprimir tu creencia…

Mi conciencia ya no me pertenece, ya mi alma se desprendió y tomó vuelo fuera de este hogar, fuera de este inmoral cuerpo.

No obstante, desentiendo cómo tu presencia hiela mis sentidos, mi corazón, pero con él, solo soy un perfecto descontrol y cálido confort entre sus brazos…

Simplemente me desarmo, simplemente contemplo como me convierto en un monstruo esclavo de sus labios, de sus decisiones, vivo simplemente por inercia satisfaciendo uno a uno mis apetitos que habitan debajo de mi piel. No puedo más… La farsa de mi vestido la dejaré colgada detrás de la puerta. Huiré con tu odio pesando en mis hombros, con tus pensamientos clavados sobre mí, intentando convertirte en un asesino mental disfrutando de mi dolor, de mis gritos de auxilio y de mis llantos de piedad.

Cuánto tiempo ha transcurrido? Tienes intenciones de perdonarme? Tal vez si, tal vez no… Sigue leyendo.

El orgullo sirvió de mucho. Me atreví a forjar algo que nadie se atrevería a hacer; y peor aún, me he acostumbrado a seguir armándolo hasta tomarle el gusto al pecado.

Por muy penoso que sea la acción al comienzo, pronto vuelve a formar parte de mis rituales de placer. Mientras duermes, me arrincono en un silencio excitante, sintiendo el éxtasis aumentando mientras rodeo el área boscosa que intentan ocultar mis piernas compartiendo la humedad, producto del deseo depravado.

Racionalmente, creí que podía zafarme de este crimen de libertinaje temporal, pero mi lujuria se ha vuelto hábito lúbrico

Se que convertí dentro de mi ser, aceptable lo inaceptable, pero quiero vivir con mi felicidad abrumadora, la que me envuelve dentro y la que está atada a mi sexo.

Si crees que merezco un castigo, pues cumplo con el castigo de tener tu odio eterno, de tu decepción, de tu amargura y de tu asqueo por mi presencia de ahora en adelante.

No es esto lo que quería confesar, no es mi perdición, no es mi memoria, no es mi acto impúdico reprimido, ni mis modos deshonestos.

Lo que quería revelar es la persona con quien desaté mi derroche de pasión…Tu hermano, y en mi vientre, el fruto de nuestro encuentro.

Ya no querrás saber más de mí…



Adiós amor.

No hay comentarios: