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Amélie Poulain. Comptine d'un autre été, Yann Tiersen.

abril 01, 2012

Instinto Psicópata



Empapadas las sienes,

Las pupilas dilatadas sin rumbo fijo,

colándose un sinfín de pensamientos psicópatas,

ahogando en los dedos el temblor de un llamado de muerte

sobre un indomable revólver.


Una decisión, dos opciones punzo penetrantes,

sofocaban las lágrimas del futuro asesino.


Venas rotas inundadas de veneno placentero,

confunden e invaden los temores más aberrados

Una sola bala,

una minúscula pieza de plata con destino a un solo objetivo sin concluir,

penetrará sobre aquel caucásico pecho izquierdo que frenó su tiempo,

perteneciendo a un involuntario deseo y figuró

por corto tiempo, sin dejar de cautivar el alma de una debilidad,

que pudo ser más que una noche de media luna.


O incrustará la oscura frente de aquella flor perdida que manipuló

los sentidos innecesarios, que alguna vez pudo susurrar algún sentimiento

Tramoyista que nunca convenció, pero fue verosímil.


Instintos asesinos le increpan que no pueden permanecer dos princesas de hierro

para un solo corazón.


Los sueños magníficos convertidos en alucinaciones espantosas anuncian

una desesperación imborrable.


Sin marcha atrás, pero sin adelantar los pasos,

dos rostros se inundan de dudas desgarradoras,

alegando su inocencia y jurando lejanía.


Oídos indiferentes agudizan un pensamiento homicida sin ejecutar;

3 conciencias y un sobrante maldito.


Apuntando y alternando al azar...

¿Quién será la afortunada que abandone este infierno?

Ó ¿Quién será la desafortunada que permanezca al lado de un amor psicópata?

Gritos patéticos destrozando gargantas,

Rodillas congeladas implorando piedad,

Lágrimas rasgando las miradas y depositándose en los labios.


Un final infinito que premedita una víctima, pero desconoce su identidad...


No importan los amaneceres ni las noches en espera

los ojos perdidos no escuchan las agujas de un reloj inquieto.

Su placer es la condena que lleva a cuestas y el futuro al que se aferra,

nadie lo librará de aquel temor, de aquella amenaza que juega con su dolor

arremetiendo contra su voluntad de desaparecer a una de ellas.


Una muñeca de porcelana y una doncella de ébano propietarias de un corazón,

ahora son esclavas de una ruleta rusa…


El asesino crea controversia en su psicopatía, razón y corazón hacen un pacto mortal…

El arma de fuego toma rumbo diferente, girando a 180º…

El juego enfermo acaba con aquel inconsciente que no pudo con aquella posesión,

vaciando su cráneo lentamente, escribiendo en la cerámica su último aliento…

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