Alma Entregada

Quiere secuestrar su alma incierta, cubierta de vacilaciones. Ella enuncia plegaria. ¡No me lleves!, pero es inundada por sombras malignas. Es el castigo que paga por haberla incitado, provocando a su sangre emerger por una senda cavada por un filoso enemigo.

Se arrepiente, llora con ojos opacados por la oscuridad que invade su mirada. En sus oídos vociferan silencios intensos que aturden sus pensamientos. Recuerdos devoradores que la obligan a desaparecer de este mundo, pero su dolor no es infinito, tiene razones cristalinas que provocan su ansiedad por seguir viviendo.

Su rincón es encharcado por un rojo intenso, en donde se pierden sus lágrimas transparentes llenas de angustia. Ya firmó su sentencia con la ofrenda de sangre que entregó, pero la espera es desgarradora. ¡Muerte, llévame o déjame aquí! Por sus labios recorren más causantes de su palidez.

Inmóvil, inofensiva, prisionera de su castigo, a la merced del tiempo. Nadie cerca que pueda rescatarla de las garras de la oscuridad que la anuncian que ya perdió la batalla.
Últimas lágrimas que le piden entregar su alma sin vuelta atrás, donde colorea con sangre la pared ¡Ayúdame!...