Esclavizante melodía

Algo retumba en mis oídos, desconozco su procedencia, su forma. Es algo nuevo para mí. Curvas sonoras me atrapan, me llevan. Manos estilizadas hechas incienso me hipnotizan y me guían. Un camino oscuro y largo, ¿a dónde me llevan? No puedo parar.

Revolotean golondrinas alrededor de la Luna entristecida. Cubren el techo de incertidumbres colosales.

Dibujada una sonrisa en mi rostro sigo buscando el final. Veo destellos seductores color púrpura que inundan mi alma. Pétalos pisoteados por pasos que me esperan en el final.
Sigo caminando, observo caballeros de plata con miradas lejanas, Candelabros oxidados con velas intactas, olores que impregnan mi piel y hechizan mis sentidos. Una lámpara se enciende de repente e iluminan aquel espacio tenue. Una silueta masculina vestida con capa negra alta de cuello me cautiva. Su rostro es poesía

Temo acercarme, pero no me detengo. Busco refugio, pero sólo encuentro el suyo. Aún sigo teniendo ese sonido melodioso incógnito para mí, en mis oídos. Vuelo en la danza de sus brazos, me siento libre, enamorada. Un amor hecho melodía nos une.

El viento se asoma para acompañarnos en este sueño real. Gélidos vibrares estremecen mi cuerpo que conoce su nuevo dueño. Poseída por una lóbrega mirada, que recubre mi sombra y mi figura. Caigo rendida a sus pies… ¿qué me sedujo? ¿Su mirada?, ¿su figura?, pues fue aquella sinfonía que salía de su boca, una cadencia de palabras, esa armonía que me envuelve sin razón alguna.

La noche se eleva al pasar de las horas, pero nuestro baile no acaba. Esclava soy de sus brazos, de sus carmesíes labios, de quienes no podré zafarme, no lo entiendo. Hay algo más que nos une… El amor